14 de agosto de 2007

Pater Noster, qui es in ascensoris

El primer ascensor de pasajeros, con un concepto de funcionamiento similar al de los ascensores modernos, se instaló en un centro comercial del Nueva York de 1857, pero en 1884 el inglés J. E. Hall presentó el que sería el primer ascensor cíclico. Seguir leyendo...




Los ascensores habituales cuentan con un ritmo bajo de uso: uno se tiene que esperar a que quede libre para poder utilizarlo, y mientras se use, otros deberán guardar turno. El invento de Hall evitaría este inconveniente.


El funcionamiento de esta clase de ascensor puede verse similar al de una noria, teniendo en cadena un conjunto de pequeñas cabinas abiertas las cuales permanecen en movimiento perpetuo gracias a un motor -de vapor en la época de Hall-. De esta manera, una cabina que esté subiendo llegará a la cima para girar y empezar el camino de descenso, para una vez llegado al punto inferior volver a girar y repetir el ascenso. Debido a esta configuración, de aspecto parecido a un rosario, el ascensor cíclico también es conocido como paternóster, del latín Padre Nuestro.


Una persona que quiera usar el paternóster puede observar en la apertura del piso en que se encuentra tanto las cabinas que suben como las que bajan, y para utilizarlo simplemente tiene que saltar en una de ellas y apearse cuando pase por el piso deseado. En caso de que una cabina con pasajeros traspase el piso inferior o superior para efectuar el cambio de sentido, sencillamente no ocurriría nada, el habitáculo no pierde la verticalidad en ningún momento, así que los que superen el límite en una dirección tan sólo iniciarían el recorrido en la contraria.



En aquel momento, y hasta mediados del siglo XX, fue un sistema bastante popular al ser más eficaz que el ascensor corriente. La velocidad de éstos era muy lenta, al igual que la de los paternósters, pero mientras el primer modelo sólo contaba con una única cabina, los segundos disponían de un buen grupo de ellas aumentando de forma muy notable la capacidad.



Su decadencia fue llegando a medida que la tecnología mejoraba, lo cual permitía a los ascensores habituales incrementar su velocidad, mientras que los cíclicos inherentemente debían permanecer a una velocidad baja ya que la gente tenía que entrar y salir de ellos en movimiento. Otros factores importantes para su abandono fueron los de la seguridad, mucho mayor en una cabina protegida que no en las inevitablemente abiertas de las de los paternósters, y los de la accesibilidad, debido a que los usuarios tenían que ser mínimamente ágiles.


Hoy en día, repartidos sobretodo por Europa, todavía existen varias docenas de ascensores cíclicos, pero la comercialización del invento se ha enfocado en el transporte de objetos y mercancías en vez de personas. De todas maneras, Hitachi tiene en mente la construcción de una nueva y moderna generación de paternósters.



Más información y fuentes:
Wikipedia
The Elevator Museum
Dartford Archive

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