28 de febrero de 2010

Los videojuegos más caros de desarrollar

Mucho ha variado la industria del entretenimiento interactivo digital desde que explotó comercialmente a mediados de los 70 hasta hoy en día; de hecho hace ya tiempo que ha logrado desbancar a otros gigantes del ocio como el cine o la música en cuanto a beneficios generados. No es de extrañar, por tanto, que haya pasado a la historia aquella época en la que no era muy sorprendente que un juego creado por un chaval en una semana fuera un superventas, algo casi imposible en estos momentos en donde lo habitual son años de trabajo de un equipo de decenas de personas y millones de presupuesto. Seguir leyendo...



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Se muestra a continuación la lista de los diez videojuegos con el desarrollo más elevado de la historia. Resulta conveniente apuntar que no se ha tenido en cuenta la inflación y que el coste se limita a la creación en sí de la obra y no a otros gastos relacionados como puede ser la promoción y el marketing, los cuales suelen multiplicar la cifra. En algunos de los casos el alto coste también se debe a una pésima planificación del proyecto, lo que ha llevado a incrementar de manera notable lo que inicialmente era un presupuesto menor




10. Killzone 2 – 45 millones de dólares

9. Final Fantasy XII – 48 millones de dólares

8. LA Noire – 50 millones de dólares

7. APB – 50 millones de dólares

6. Halo 3 – 55 millones de dólares

5. Metal Gear Solid 4 – 60 millones de dólares

4. Too Human – 60 millones de dólares

3. Shenmue – 70 millones de dólares

2. Gran Turismo 5 – 80 millones de dólares

1. Grand Theft Auto IV – 100 millones de dólares



Con 3 años y medio de desarrollo y un equipo de más de mil personas, Grand Theft Auto IV (disponible en PS3, Xbox 360 y PC) se alza en el ranking del juego más caro jamás creado. También se hace necesario destacar que una buena porción del presupuesto se lo lleva la banda sonora del juego formada por cientos de canciones licenciadas.

Más información:
Digital Battle - Top 10 most expensive video games budgets ever

3 de abril de 2009

Paracaidismo sin paracaídas

Sin paracaídas ni cualquier otro método que evite estamparse contra el suelo. Esta modalidad, iniciada por Rod Pack en 1965 pero tal vez descubierta tiempo atrás por algún paracaidista despistado, sigue produciéndose esporádicamente gracias a algunos deportistas extremos que ya no les basta con el paracaidismo convencional. Pero evidentemente hay truco, por lo general acaban aterrizando sanos y salvos. Seguir leyendo...



El salto al vacío sin absolutamente ningún tipo de protección es real aunque sólo se produce durante la parte inicial de la caída, al temerario kamikaze le siguen otros compañeros paracaidistas con la misión de rescatarlo durante el vuelo. La acción se produce en pleno descenso por lo que el equipo debe estar coordinado al máximo, saltar desde un avión sin paracaídas es una auténtica locura y cualquier preparación es poca, un mínimo error puede ser fatal.



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Dentro de esta forma de paracaidismo radical podrían distinguirse diferentes variantes como, por ejemplo, la que practicó Travis Pastrana en 2007. Este estadounidense, aclamado deportista de varias prácticas extremas y paciente habitual de diversos traumatólogos, saltó al vacío desde 12.500 pies con un simple arnés. El objetivo era que uno de sus colegas con paracaídas pudiera engancharse a él y de esta forma bajar ambos sin problemas. En el siguiente vídeo, donde también destacaremos el veraniego aspecto de Pastrana, puede comprobarse el exitoso logro.



Otra variante sería la practicada por el alemán Andreas Dachtler, especialista de escenas de riesgo para cine y televisión, al lanzarse en 2006 desde 12.000 pies con un típico mono de paracaidista –un hombre más clásico en cuanto a su indumentaria– aunque de nuevo sin paracaídas. En esta ocasión Dachtler no debía colgarse de un compañero sino colocarse un paracaídas entregado durante la caída y descender en solitario. También se consiguió sin inconvenientes tal y como se observa en el vídeo mostrado a continuación.



Sólo un puñado de valientes chalados más, como Bill Cole, Scott Palmer o Greg Gasson, han realizado hazañas similares.

Más información y fuentes:
Parachute History - Rod Pack's Chuteless Jump Crónica del salto de Rod Pack
ESPN - Plane Loco Crónica del salto de Travis Pastrana
Imágenes del salto de Travis Pastrana en ESPN

15 de marzo de 2009

YouTube como instrumento musical

Eso es lo que se le ocurrió a Kutiman, seudónimo del músico israelí Ophir Kutiel, para la realización de un proyecto artístico conocido como Thru-You. Este trabajo reúne un conjunto de composiciones musicales cuya particularidad reside en que han sido creadas mediante la edición de una multitud variada de vídeos de YouTube. Tomando exclusivamente esta fuente de sonido Kutiman ha logrado crear interesantes piezas de funk, reggae y otros estilos. Seguir leyendo...



Mother of All Funk Chords

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This is What it Became



I'm New

Las anteriores sólo son algunas de las obras realizadas por el israelí, la totalidad de ellas pueden encontrarse en la web de Thru-You. Desde ese mismo sitio también se puede acceder a los fragmentos de vídeo originales así como a una explicación de Kutiman sobre cómo ha creado el trabajo.



Más información:
Thru-You
MySpace de Kutiman

24 de febrero de 2009

Unas monedas para Bach

Joshua Bell logró reunir 32,17 dólares después de estar 43 minutos tocando música en el metro de Washington en hora punta. No sería un dato extraordinario si no fuera porque Bell está lejos de ser un músico callejero cualquiera, su entorno habitual suelen ser los auditorios y el público que acude a verle es capaz de desembolsar varios cientos de dólares por butaca. Todo era parte de un experimento orquestado por el periodista Gene Weingarten para el diario The Washington Post. Seguir leyendo...


El experimento se centraba en probar la importancia del contexto, examinar si la belleza es reconocida cuando ésta es situada en un espacio trivial y en un momento poco propicio. La propuesta exacta consistió en tener a uno de los más virtuosos y renombrados violinistas mundiales interpretando con un auténtico Stradivarius de 1713 diversas obras maestras de Johann Sebastian Bach y otros grandes clásicos, pero en un marco tan poco corriente para tal acto como es el metro en hora punta. Para ello Joshua Bell se vistió de calle, entró en una concurrida estación de metro durante una mañana laboral de enero de 2007, se situó pegado a una pared, dejó su funda de violín en el suelo con unas pocas monedas a modo de cebo y tranquilamente empezó a tocar su instrumento.



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Leonard Slatkin, director de la Orquesta Sinfónica Nacional de los Estados Unidos, fue preguntado para que diera un pronóstico de lo que iba a ocurrir. Con una estimación de que unos mil pasajeros pasarían por delante del músico, Slatkin consideró que unas 40 personas reconocerían a Bell y que hasta 100 transeúntes se detendrían a escucharle. Lo que ocurrió no fue precisamente esto, de cerca de las 1.100 personas que pasaron frente al violinista sólo siete se detuvieron durante al menos un minuto y únicamente uno de esos oyentes supo quien era el músico al que estaba escuchando.


Slatkin tampoco estuvo demasiado acertado al vaticinar una recaudación cercana a los 150$, una cantidad muy alejada de los 32$ obtenidos finalmente. Las propinas fueron entregadas por un total de 27 pasajeros, una acción que la mayoría realizó sin detener siquiera su marcha.



Joshua Bell confesó sentirse muy extraño, era completamente ignorado por la gente, como si no existiera; definitivamente es una sensación poco común en una persona aclamada por crítica y público y galardonada con diversos reconocimientos. A la vez, y debido a esa situación, también añadió que se notó enormemente agradecido en los pocos momentos en los que alguien se molestaba en dejarle una simple moneda.


Gene Weingarten fue premiado con el Pulitzer por esta historia, la cual puede verse resumida en el video mostrado a continuación.




Más información:
The Washington Post - Pearls Before Breakfast

8 de noviembre de 2007

Miedo al payaso

Existen fobias de todo tipo, siendo las más habituales y comprensibles aquellas relacionadas con elementos que fácilmente son reconocibles como peligrosos como podrían ser las serpientes o las arañas. Otros miedos, en cambio, resultan un poco más extraños porque, ¿cómo alguien puede entrar en estado de pánico por algo que se supone que sirve para divertirse y pasarlo bien? La coulrofobia es el miedo a los payasos. Seguir leyendo...



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El coulrofóbico basa su temor en el hecho de que un payaso representa un peligro debido a que es alguien que esconde su identidad bajo una exagerada cantidad de maquillaje y grotescas pelucas y narices; es alguien misterioso y poco natural, no se sabe qué esconde, no se puede confiar en él. De hecho, aunque no tan frecuente entre mayores, este comportamiento es relativamente habitual en los pequeños, no es rara la escena en la que un payaso o Papá Noel hace llorar a un niño sencillamente porque su aspecto le asusta.



Muchos autores han aprovechado esta característica de la ocultación bajo un disfraz pintoresco para crear personajes protagonistas en multitud de obras de terror, ya sea directamente como payasos clásicos como Pennywise en IT, o variaciones como Freddy Krueger en Pesadilla en Elm Street o el asesino de Scream, representando en el fondo todos ellos el mismo papel. Aquellos expuestos a esta clase de material resultan más propensos a acabar desarrollando coulrofobia.



Como en muchas otras fobias, quienes las padecen saben que su miedo es completamente ilógico e irracional, pero sencillamente no pueden evitarlo, entran en pánico: se bloquean, se marean, les cuesta respirar, el pulso se acelera… Un ejemplo de esta situación puede verse en el siguiente video.




Más información y fuentes:
Wikipedia - Coulrophobia
Imagen 1 de FaerieWench e imagen 2 de pinkertonFX en deviantART