24 de febrero de 2009

Unas monedas para Bach

Joshua Bell logró reunir 32,17 dólares después de estar 43 minutos tocando música en el metro de Washington en hora punta. No sería un dato extraordinario si no fuera porque Bell está lejos de ser un músico callejero cualquiera, su entorno habitual suelen ser los auditorios y el público que acude a verle es capaz de desembolsar varios cientos de dólares por butaca. Todo era parte de un experimento orquestado por el periodista Gene Weingarten para el diario The Washington Post. Seguir leyendo...


El experimento se centraba en probar la importancia del contexto, examinar si la belleza es reconocida cuando ésta es situada en un espacio trivial y en un momento poco propicio. La propuesta exacta consistió en tener a uno de los más virtuosos y renombrados violinistas mundiales interpretando con un auténtico Stradivarius de 1713 diversas obras maestras de Johann Sebastian Bach y otros grandes clásicos, pero en un marco tan poco corriente para tal acto como es el metro en hora punta. Para ello Joshua Bell se vistió de calle, entró en una concurrida estación de metro durante una mañana laboral de enero de 2007, se situó pegado a una pared, dejó su funda de violín en el suelo con unas pocas monedas a modo de cebo y tranquilamente empezó a tocar su instrumento.



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Leonard Slatkin, director de la Orquesta Sinfónica Nacional de los Estados Unidos, fue preguntado para que diera un pronóstico de lo que iba a ocurrir. Con una estimación de que unos mil pasajeros pasarían por delante del músico, Slatkin consideró que unas 40 personas reconocerían a Bell y que hasta 100 transeúntes se detendrían a escucharle. Lo que ocurrió no fue precisamente esto, de cerca de las 1.100 personas que pasaron frente al violinista sólo siete se detuvieron durante al menos un minuto y únicamente uno de esos oyentes supo quien era el músico al que estaba escuchando.


Slatkin tampoco estuvo demasiado acertado al vaticinar una recaudación cercana a los 150$, una cantidad muy alejada de los 32$ obtenidos finalmente. Las propinas fueron entregadas por un total de 27 pasajeros, una acción que la mayoría realizó sin detener siquiera su marcha.



Joshua Bell confesó sentirse muy extraño, era completamente ignorado por la gente, como si no existiera; definitivamente es una sensación poco común en una persona aclamada por crítica y público y galardonada con diversos reconocimientos. A la vez, y debido a esa situación, también añadió que se notó enormemente agradecido en los pocos momentos en los que alguien se molestaba en dejarle una simple moneda.


Gene Weingarten fue premiado con el Pulitzer por esta historia, la cual puede verse resumida en el video mostrado a continuación.




Más información:
The Washington Post - Pearls Before Breakfast

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